Y de repente llegó ella: con su olor a miel y su sonrisa eterna, a calentarnos el corazón a la manada que somos en mi familia.
Me tuve que poner las pilas y, junto a las películas para mayores y los libros para todo el mundo, me metí -con mucha cautela- en su limpio universo. Qué difícil fue –y sigue siendo-, porque a su lado no paro de aprender-, acoplarme a sus códigos: ese mundo de actos y de impulsos, sin tantas palabras... Sin palabras, ¡qué paradójico en relación con lo que intento explicar aquí!
Allí me lo presentó: azul y perfecto, fabricado de espuma digital y demostrándole a la gente grande que no es tan difícil ser un poquito mejor (lo que por otro lado no es algo que pueda costarnos mucho), y además me mostró su serie, producida por Zinkia Entertainment y creada por David Cantolla (junto a un gran equipo); sencillamente buenísima, en todos los sentidos: estética minimalista, y sin embargo repleta de detalles, sobre un fondo blanco blanquísimo que nos ayuda a fijarnos en cada personaje –a cuál mejor-; argumentos claros y/o comprometidos –sin aspavientos, con humildad- y desenlaces llenos de ternura…
A quien le interese, aquí va uno de sus capítulos: LA FLOR MUSICAL.